El edadismo es la discriminación a las personas por su edad y perturba a todas las naciones sin hacer distinciones. Esta es una de las formas de exclusión más extensas del mundo y es también una de las más encubiertas.
Según un nuevo informe de las Naciones Unidas sobre el edadismo, se computa que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo que hunde la salud física y mental de las personas mayores, además de someter su calidad de vida.
Que la edad se convierta en un impulso de discriminación no solo es un estereotipo dañino para las personas mayores, si no que afecta a toda la sociedad, ya que juega en contra del futuro de cada persona.
Excluir a esas personas de la toma de decisiones va en contra de sus derechos. Asimismo, debemos ser conscientes que la palabra y la voz de estas personas es muy importante para nuestra sociedad, ya que, entre muchos otros puntos positivos que podemos encontrar en ellos, está el contar con la experiencia y el aprendizaje que han llevado a cabo a lo largo de sus vidas y que, con su opinión, puede ayudarnos en muchas ocasiones.
Asimismo, las mismas personas mayores están dando cada vez más ejemplo a diario de lo alejados que pueden estar esos estereotipos sobre la vejez.
Edadismo: Un problema agravado por la Covid-19
El colectivo de las personas mayores se ha visto atacado especialmente por la Covid-19. Desde el inicio de la pandemia se ha podido demostrar que los efectos del virus les ha afectado de variadas formas.
Por si las cifras de mortandad entre los mayores debido a este virus no hubiese sido lo suficientemente alta, el propio miedo ha llevado a la toma de decisiones sin contar con ellos.
La respuesta para controlar la pandemia ha expuesto lo desarrollado que está el edadismo. En el discurso público y en las redes sociales se han estereotipado a las personas mayores y a los jóvenes. En algunos contextos, la edad se ha manejado como único criterio en el acceso a la atención médica y a terapias que salvan vidas.
Por otro lado, por parte de muchos familiares y allegados, una entendible sobreprotección a estos por miedo a que les llegara el virus, les ha sometido a un especial estrés, al miedo y a la soledad.
En este sentido, habría que reconocer la acción de muchos agentes sociales, sanitarios y organizaciones, siempre teniendo en cuenta la opinión y necesidades de estas personas.